La Tercera Pareja

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(Narración del Autor)

El cielo estaba lleno de estrellas brillantes; eran casi las tres y media de la mañana.

En algún lugar dentro de la Mansión Everests, se podía escuchar una respiración fuerte y la voz aguda de una mujer gruñendo:

—Ummmmm... hmmmm... más rápido, más-más fuerte. Hazlo rudo, maes-ahhhhhhhh.

El jadeo pesado y el gruñido de un hombre siguiéndola:

—¿Te está gustando tanto, hahh? ¿Lo quieres más rudo de lo que ya es hmmmm? ¿Puedes siquiera soportarlo, mascota?

Sin embargo, este último aumentó la velocidad de sus embestidas, llenando cada rincón del agujero apretado y cálido de la mujer, desde todos los malditos ángulos.

Los jadeos y gritos de esa mujer resonaban en el aire:

—AHHHHH, maes-tro, sé más rudo conmigo. Lléname, llena, lléname hasta el borde con tu semen. Pue-puedo sentirlo haciéndose, haciéndose más grande y duro dentro de mí. Tú, tú eres... eres taaaaan grandeeeee maestro.