(Narración del Autor)
Nora salió de la tienda sin despertar a Myra, en un estado ligeramente desaliñado. Estuvo dando vueltas toda la noche y no pudo dormir ni un poco, su mente llena de pensamientos profundos.
—¿Qué te pasa, Ora? ¿No pudiste dormir? Debe haber sido duro para ti, la ropa de cama —preguntó Alaric con un tono de preocupación en su voz, como el buen hermano mayor que era.
Frotándose los ojos soñolientos y limpiándose el sueño con un pañuelo, Nora respondió:
—Sí, algo así. Tenía muchas cosas en mente, además de Myra.
Alaric pensó que estaba preocupada por la salud de su amiga humana y simplemente le revolvió el cabello ya desordenado, hablando casualmente con un pequeño encogimiento de hombros:
—Es solo una fiebre leve, no te preocupes. Estará bien.