Narración del Autor
Elio, a diferencia de otros, no estaba en su habitación, sino contemplando las estrellas o más bien perdido en su propio mundo en el jardín de la azotea. Estaba tumbado en la silla junto a la piscina con su mano derecha doblada bajo su cabeza. Sus pensamientos, mezclados con preocupación, ansiedad, curiosidad y celos, le impedían descansar.
El viento era bastante fuerte a esta hora de la noche, pero Elio no sentía ningún frío. Aunque solo llevaba una camiseta sin mangas de color verde fango y unos pantalones cortos blancos.
Elio se susurró a sí mismo: «¿Qué pasará? ¿Cómo reaccionará Myra?». Diferentes tipos de pensamientos surgieron en su cabeza mientras continuaba murmurando lentamente: «¿Nos aceptará o la perderé por completo? No se irá, ¿verdad Leo?».
Leo, quien estaba tan nervioso como su compañero, intentó calmar las preocupaciones de Elio: