—¿No confías en mí, Ras? ¿Por qué le haría algo a Bell? —los ojos de Caiten estaban llenos de lágrimas contenidas mientras intentaba chantajear emocionalmente a Sara. Pero esta vez, Sara no cedió ante sus palabras. Simplemente revisó algo en la pulsera.
Cuando confirmó su duda, sus ojos se volvieron fríos e insensibles, desprovistos de cualquier emoción. No dijo nada y simplemente dio pasos lentos pero firmes hacia adelante hasta llegar donde estaba Caiten.
—¿Tienes algo que decirme, Caiten? —le preguntó a Caiten, su voz inquietantemente tranquila mientras lo miraba directamente a los ojos.
Caiten pensó: «Solo está tratando de adivinar y nada más. Después de todo, ¿cómo puede descubrir que esto es mío? No hay nada en eso, absolutamente nada». Estaba confiado. Con un tono firme y tranquilizador dijo:
—¿Cómo podría lastimar a Bell, Ras? Tú, Bella y yo, todos somos familia. Nunca podría hacer esto... —sus palabras quedaron suspendidas en el aire.