—Aparte de ti, el gran jefe, el segundo líder y los demás, ¡me encargaré de cada uno de ustedes!
—¡Lávense bien el cuello!
La voz de Han Yu era indiferente, como si estuviera discutiendo un asunto mundano. En su boca, matar a veintisiete hombres sonaba tan simple como sacrificar a veintisiete pollos.
Al otro lado del walkie-talkie, el silencio cayó sobre el Tercer Líder, Leopardo Masahiro, junto con una profunda sensación de vergüenza.
¡Veintisiete personas!
¡Eran exactamente veintisiete personas! ¡Incluyendo al Cuarto Líder Zorro Salvaje Takahashi, todos los veintisiete!
¡Estos eran los élites que el Presidente Ito Ryufu gastaba millones en entrenar cada año!
¡Muertos!
¡Todos muertos!
¡Y todos por la mano de Han Yu solo!
Lo más importante era, ¿cuánto tiempo había pasado? Ni siquiera habían sido diez minutos, ¿verdad?
Esto era algo que Leopardo Masahiro simplemente no podía aceptar.