A las diez y media de la noche, la oscuridad era como tinta espesa, tragándose todo el cielo.
Un sedán Lexus negro avanzaba constantemente por la autopista hacia la Ciudad de Jinling, con la ligera fricción de sus neumáticos contra el asfalto resonando en la tranquila noche.
Fuera de la ventanilla del coche, ocasionales luces distantes pasaban fugaces, como meteoros en el cielo nocturno, breves y brillantes.
Dentro del coche, la luz ambiental emitía un suave resplandor ámbar, añadiendo un toque de calidez a este espacio cerrado.
Ito Ayako, la recién nombrada directora de la sucursal de Gran Xia de la Corporación Ito, estaba sentada en el asiento trasero, con las manos cruzadas sobre su rodilla izquierda, sosteniendo un delgado cigarrillo sin encender entre sus dedos, escuchando el informe del vicepresidente, Nohara Jun, sentado a su lado.