Tanque dejó escapar un largo suspiro, realmente sin ganas de lidiar con toda esta mierda. Sus instintos le gritaban que protegiera a la mujer en sus brazos, y lo estaban presionando con fuerza.
Estaba a punto de abrir la boca para gruñirle a Dante cuando un gruñido salvaje salió de sus brazos. Sorprendido, miró hacia abajo a la pequeña mujer en sus brazos, su rostro retorcido de rabia mientras se inclinaba hacia adelante, mostrando los dientes.
—Tranquila, Oveja —se rió, dando un paso atrás por si acaso ella intentaba lanzarse de sus brazos y atacar a Dante—. No lo dijo en serio.
—Por supuesto que sí lo dije —espetó Dante, irguiéndose en toda su altura. Su abrigo excesivamente elegante forrado de piel estaba abierto y ondeando en el viento, creando el efecto de un villano de película—. ¡¿Y qué demonios es eso?!
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