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Dante levantó la mirada hacia las luces parpadeantes por un momento, sus intensos ojos azules mirándolas como si las desafiara a intentar algo. Como si estuvieran aterrorizadas del hombre detrás del escritorio, las luces se apagaron, sumiendo la oficina en la oscuridad.
Volviendo su atención a la carpeta en sus manos, presionó el botón de encendido de la linterna en su escritorio.
Una vez más, el área a su alrededor se inundó de luz, creando sombras más oscuras donde la linterna no podía alcanzar.
Un suave golpe en la puerta desvió su atención de los documentos que intentaba manejar. —Adelante —gruñó en voz baja. No tenía tiempo para esto. Había demasiado que hacer y no suficiente tiempo para asegurarse de que se hiciera bien.