El sonido de los gritos y súplicas de sus hombres estaba crispando los nervios de Dante. No había nada que quisiera hacer más que saltar en medio de la pelea, pero sabía que era mejor no hacerlo.
Era el trabajo de sus hombres actuar como su arma. Eso significaba que necesitaban estar preparados para hacer el sacrificio supremo por él si era necesario. La única parte mala era que no tenía idea de lo que estaba sucediendo fuera del capullo de nieve que soplaba a su alrededor.
—Pareces tenso —murmuró la chica que estaba a su lado. Parecía estar aferrándose a un Teddy que no había visto con ella antes, pero aparte de eso, estaba completamente tranquila.
Casi demasiado tranquila.
—Y tú no —declaró él, con voz carente de emoción. Sabía que era mejor no confiar en una mujer, y si ella estaba tan tranquila con el enemigo tan cerca, entonces claramente tenía un plan de escape.