—Mira lentamente alrededor de la habitación, concéntrate en los recién llegados —gruñó la voz en la cabeza de Tanque mientras su pequeña Oveja apartaba suavemente la cuchara de su boca.
«No son importantes», se encogió de hombros Tanque, sin importarle por qué Dante había enviado al Interrogador y al resto de los Guardianes a su apartamento. Sabía la razón. No había forma de que pudiera apuntar con un arma a la cabeza de Dante y vivir, así que estaban aquí para matarlo.
Pregúntale si le importaba.
—Ella está mirando a través de tus ojos ahora mismo —informó el demonio dentro de él—. Puedo sentirla aquí dentro con nosotros. Necesita saber lo que está pasando.
Le costó más fuerza de la que Tanque pensaba tener para apartar la mirada del rostro de su Oveja. Pero si ella necesitaba que él fuera sus ojos, entonces eso sería.