Todos se volvieron para mirar a la mujer con el portapapeles mientras golpeaba la parte posterior de su bolígrafo contra los papeles.
—¿Y bien? —exigió el guardia bocazas mientras levantaba una ceja—. No nos dejes en suspenso... ¿cómo podemos determinar si está diciendo la verdad?
Tanto Candy como la otra guardia femenina resoplaron ante su pregunta. Volviéndose hacia mí, la guardia femenina habló:
—Deseo una bolsa de Twizzlers del largo de mi brazo.
Hubo un momento de silencio mientras esperaba que continuara, pero no, aparentemente ese era su deseo. Encogiéndome de hombros, dije:
—Trato aceptado.
Si ella estaba dispuesta a perder su alma por una bolsa de Twizzlers, lo que fuera eso, entonces no iba a decir ni pío al respecto.