Decir No a Hattie

—Disculpa, Osito de Azúcar, ¿puedes hacer qué? —preguntó Beau, girando muy lentamente su cabeza hacia mí.

—Puede que sea capaz de transportarnos directamente a la Guarida del Dragón —repetí—. Pero eso es solo un quizás y no un sí definitivo. Podría transportarnos fácilmente al medio del pantano o al Ártico. En realidad no lo he intentado todavía.

Beau y Dante intercambiaron una mirada antes de encogerse de hombros.

—Yo me apunto si tú lo haces —dijeron, extendiendo sus manos para tocarme.

—Cualquier cosa para dejar de caminar —suspiró Beau—. No quiero caminar más.

—Bebé —me burlé de él con una sonrisa en mi rostro. Caminando hacia el caimán, entrecerré los ojos—. Bien. Voy a transportarnos para que no tengamos que caminar tanto. Pero eso significa que necesito tocarte. No me muerdas la cabeza, o me voy a poner muy irritada y me iré con un nuevo bolso. ¿Me entiendes?