Dejando escapar un fuerte gruñido, puse todas mis emociones dentro de una jaula y empujé la jaula hasta la parte más profunda de mi mente, donde solía estar Luci.
Tristeza, felicidad, ira, miedo, todos fueron excluidos. Lo único que me mantenía en pie en este momento era la rabia, y me estaba aferrando a ella como si mi vida dependiera de ello.
Los Demonios venían a la Tierra. Luci me dijo que huyera, y aquellos sin poderes iban a ser poseídos.
Suma los estúpidos zombis, zombis mutados, Saqueadores, payasos asesinos y cualquier otra cosa jodida que la gente deseara, y el mundo se volvió mucho más interesante.
Como si sintieran el cambio dentro de mí, mis tres hombres retrocedieron y formaron una línea frente a mí.
—¿Qué necesitas? —preguntó Tanque, dando un paso adelante, su rostro tan desprovisto de emociones como imaginaba que estaba el mío.