Todo En Mi Cabeza

—Lejos estoy de ser la voz de la razón —comenzó Ira mientras entrecerraba los ojos hacia mí—. Pero no huelo sangre.

—¿Qué? —exigió Avaricia mientras su cabeza se movía entre mi persona y su hermano.

Decidiendo darme la vuelta, me acomodé sobre mi espalda entre Pereza y Envidia. Muy lentamente, me levanté la camisa negra que llevaba puesta y miré mi estómago.

Al igual que antes, las heridas seguían sangrando. Incluso cuando pasé mi dedo por la sangre, actuó como debería. Mi dedo tomó un tono rojizo, y la sangre en mi estómago se manchó.

—Es sangre —parpadeé incluso cuando Pereza agarró mi dedo y se lo metió en la boca. Lo chupó varias veces, haciéndome retorcer por una razón completamente diferente antes de devolvérmelo.

—No sabe a sangre —admitió, entrecerrando los ojos hacia mi estómago—. Entonces, ¿qué parece algo pero no huele ni sabe como tal?