—No necesitas preocuparte por nuestra cama, mon bon frère —gritó Désiré, su voz un suave ronroneo que aún así llegó a los oídos de su viejo amigo—. Nos gusta nuestra cama tal como está.
—Entreguen sus suministros y nadie tendrá que morir —repitió Réne, sus ojos tratando de distinguir los detalles de los hombres que solía llamar sus hermanos. «Mon bon frère, mi buen hermano. Que se joda. Si fueran tan buenos hermanos, no lo habrían dejado solo mientras iban tras una chica que no les importaba nada».
—Te escuchamos la primera vez —gritó Dante, mientras Orgullo se burlaba dentro de su cabeza—. Tal vez deberías intentar decir algo nuevo.
—¿Quién carajo eres tú? —exigió un segundo hombre mientras se paraba junto a Réne. El hombre era obviamente de constitución diferente a Réne, y aún con el tamaño y los músculos de Réne, él seguía siendo mucho más pequeño—. ¿Por qué me suena familiar tu voz?