Mucho Más Interesante

Extendiendo la mano a través de los barrotes, acaricié el rostro de la niña, ignorando la suciedad y la sangre que se habían incrustado en sus mejillas. Su cabello era una masa enmarañada que ni siquiera intenté peinar, y era fácil notar que no había sido cuidada adecuadamente durante mucho tiempo.

Era poco más que huesos cubiertos de piel, pero había un fuego ardiendo en lo profundo de su interior.

Uno que se negaba a extinguirse.

—Puedo darte eso y mucho más —le prometí, sintiendo una profunda afinidad con ella—. Pero necesito saber cómo es la venganza para ti. Decir la palabra es fácil, pero quiero hacerte justicia.

—Quiero que todos mueran —siseó la niña, y pude ver una brillante chispa roja ardiendo donde estaba su corazón. Ira, tenía sentido.