Las clases eran un lugar maravilloso, me encantaba mis aulas amplias con una gran iluminación aportada por los ventanales que cubrían las paredes para así aprovechar la luz natural y concentrarnos mejor en clases, a pesar de que mis compañeros se disponían o hacían el intento de debatir en clases yo solo cerraba mi boca por no parecerles prepotentes o engreída pues los cerebritos eran mucho más despreciados cuando trataban de dejar tonto a los demás.
Tessa apenas consiguió pronunciarme alguna palabra y se alejaba cuando Thalia se me acercaba para decirme algo, era muy injusta que, aunque nadie se atreviera a decirle algo y la dejaran como una gran marginada.
- ¿Te gustaría ir de compras conmigo? -pregunto tímida pues sabía que el hecho de que me negara podía herirla profundamente.
-Está bien, no te preocupes, iremos después de clases -le dije sonriendo, aunque en realidad a mí no me gustaba mucho de estar de tienda en tienda.
-Es hermoso-exclamo con unos grandes ojos de sorpresa - ¿también dibujas? -pregunto con una cara como si me quisiera decir que era una sabelotodo.
- ¡Oh no! -salí rápidamente a quitarle esa idea de la cabeza -en realidad es de un amigo -y saque del papel transparente de mi libreta aquel boceto de mi rostro -el me lo regalo-
- ¡Amigo! - su emoción estallo como si hubiera descubierto algo fascinante -creo que le gustas a ese amigo, nadie va por ahí regalando dibujos con los rostros de los demás, además ese tal Valentine ha dejado su número -su gesto fue de una cómplice como si de pronto ambas fuéramos las mejores amigas del mundo.
-No, te equivocas. el solo lo dejo ahí por publicidad, el chico le hace falta trabajo y me dijo que el que quisiera realizarse un tatuaje tenía que contactarlo a ese número –señale serenamente-no es lo que estás pensando, Valentine no se fijaría en una niña como yo-le sonreí satisfecha de lo que había dicho.
- ¿Por qué no? tú no eres nada fea Heaven, podrías gustarle a un chico si quisieras, solo necesitas pulirte -y me recordó a mi madre, ella probablemente podría ser esa hija que tanto Ana L, anhelaba todas las noches.
-Está bien, me gusta tal y como soy-
-Bien, pero tú te lo pierdes. Puedes llamarme cuando necesites como una loca tener la necesidad de llamar la atención de un chico, podría ayudarte y darte muchos consejos, manejar a un hombre no es nada fácil querida amiga -y dio pequeños golpes a la mesa de madera con las yemas de sus dedos.
La tarde era algo lenta y divertida, Thalia parecía ser una chica caprichosa pero tratable una vez que lograbas de conocerla, siempre pensando en sus apariencias conmigo ella había aprendido a relajarse y ser más ella. Entre el gran paseo a las tiendas me comentaba lo que podía usar o no según las exigencias de la moda y el tipo de cuerpo, decía que una vez se graduara se iría a Europa a estudiar diseño de modas, ese era su pasión y con una amplia creatividad me ayudo a elegir pantalones, shorts y camisas que se ajustaran a mis piernas y caderas pronunciando aquellas curvas que nunca había visto, fue como si al concentrarme ante el espejo estuviera viendo a una mujer nueva y radiante, podía parecerme un poco a mamá pero sonreí porque mi cabello oscuro me alejaba un poco de esa realidad. Entre los paquetes y las idas de tienda en tiendas pude toparme con una que me llamo la atención pues el olor a sabia quemándose y el resplandecer tenue de las velas que salía de aquel lugar tan esotérico y mágico despertó una insana curiosidad de pronto, en realidad me parecía tonto aquellas cosas sobre la magia y lo sobrenatural, pero Thalia al verme tan perdida en aquellos cristales azules que adornaban un móvil y sonaban libremente con el rice de la brisa me llevo hacia allá. Una chica joven de piel morena y cabello espeso nos saludó con una sonrisa amplia y tranquila.
¡Hola, sean bienvenidas a mi tienda -salió de tras del mostrador para recibirnos! Un ligero humo salía de un jarroncito de arcilla decorado con azules y naranjas vibrantes, muchos inciensos, esencias, figuritas de espejos, budas y otro tipo de dioses estaban esparcido por todas aquellas tiendas. Mi cabeza se fijó en un altar en donde un cráneo humano con unos grandes colmillos que sobresalían de su dentadura me llamo la atención porque estaba rodeado de flores.
-Él es mi padre-dijo con un gesto de misticismo -padre lo sabe todo y me ha prevenido de tu llegada-tomo mi mano dulcemente -pero no te asustes, él no es malo, y me dijo que una chica con un brillo y energía como el cielo se presentaría ante mí una tarde para que le leyera la fortuna ¿te gustaría? -
-Oh estoy encantada -intervino Thalia apartándome un poco -vamos Heaven, no seas tan huraña -contesto lo cual me sorprendió al escuchar aquella palabra tan profunda para su vocabulario -sé que esta de locos -y aquello último me decepcionó.
Una habitación oscura estaba ante nosotras, apenas una vela roja iluminaba todo nuestro camino mientras estaba aplastadas en una mesa redonda de madera con signos de estrellas marcados como si fuera un pentagrama el cual me hizo recordar a algo, pero no sabía que era, pero resultaba maravillo como fue delicadamente elaborado esos llamativos diseños mostrando el símbolo del aura, leo, cáncer como si fuera un extraño calendario.
-Te gusta-me pregunto con la mirada ansiosa-este es un mapa de las estrellas, aquí puedes pedir un deseo y te mostrará el camino que debes tomar para hacerlo realidad, deberías intentarlo Heaven -mi nombre al escucharlo de sus labios delgaduchos y rectos me provocó escalofríos.
- ¿Cómo has sabido mi nombre? -alce mi ceja algo incrédula.
-Solo lo sabe Heaven, no seas tan tozuda y deja hacer su trabajo, además es una adivina ¡dahh!-
-Prefiero que me digan vidente, eso al menos no te compromete demasiado cuando lo que auguras no se cumples pues la vida es muy fina y las acciones cambian nuestro destino constantemente Thalia-
-¡Guao! ¿lo ves-grito ansiosa por la lectura-ella es fantástica -dio unas palmaditas de la emoción y se sentó frente a la muchacha con aire gitano, su herencia era muy clara cuando mostraba aquella fuerza y convicción en sus ojos morenos. En su mano tenia grabados unos pequeños Símbolos que daba vuelta hasta sus palmas y lo demás estaba oculto por grandes pulseras gruesas de oro que sonaban con su movimiento natural.
-Muy bien Thalía, solo piensa en lo que más quieres –le pidió mientras tocaba el tablero circular de madera -este oráculo lo elaboró mi abuelo y me dirá tu futuro -cerró sus ojos lentamente y respiro con paciencia botando y tragando aire de sus pulmones hasta que con una gracia empieza a decirle cosas a la chica -veo, veo -se mordió sus labios como si fuera un gesto normal -una estrella brillante en tu camino que te guía pero estas ciega, tu personalidad la opaca y la aparta de ti cuando piensas egoístamente. Paciencia y humildad te piden mis astros -abre sus ojos y le sonríe dejando insatisfecha a Thalía cómo si esperara que le revelara algo como: te casaras con un guapo y rico hombre que resolverá tus problemas y serán felices toda la vida. Thalía se levantó con desgano y me cedió el turno, ahora yo estaba algo inquieta, excitada y llena de miedo, era la primera vez que frecuentaba un lugar como este lo cual solo ponía en duda todas mis enseñanzas y creencias.
- ¡Heaven! -dijo como si se le fuese agradable pronunciar aquella palabra, cerro sus ojos y se concentró a decirme lo que me deparaba mi destino-veo una rosa -trago saliva inquieta -una rosa que es rodeada por velas y te invitan a tomar una decisión, pero dudas. El sol se oculta en tu casa, dos sombras te rodean y te quieren llevar al abismo instintivamente, unos ojos amarillos te observan cada vez que duermes. ¡Cuidado! -grita y salto de mi silla, aquella chica cae al Suelo acompañada por una serie de espasmos en su cuerpo que de pronto la hacen convulsionar mientras su voz se distorsiona como si estuviera siendo poseída, Thalía grita y se aferra de mi brazo, pero yo no sé si salir o ayudar, siento que al tocarla algo malo me pasaría.
-Él te quiere a ti, no dejes que te marque -me advirtió torciendo su cuerpo. Ambas salimos completamente asustadas con el corazón en la garganta temblando ante aquella confesión, seguía todavía perturbada ante sus palabras, los ojos amarillos.
- ¿Qué le pasa a esa loca? -gimió tapando su rostro con las manos -la droga solo es un gran problema, esa chica...-Su pulso era completamente un desastre ante aquellas emociones tan fuertes como un torrente - ¿a dónde vas? -me sujeto de la muñeca impidiéndome dar un paso más.
-Tengo que ayudarla, era obvio que sufre de epilepsia y no hemos hecho nada para ayudarla-
- ¡Claro que no! ella solo es una estafadora que quiere nuestro dinero y un morbo extremo para asustar a chicas como nosotras-
-Si quiere quédate -la deje atrás y regrese a la tienda. El cuerpo de la chica yacía tieso, su piel brillaba por el sudor que tenía. Como una niña asustadiza acudo a ella para sentir su pulso y respiración que eran demasiado débiles. -Despierta-le pedí entre susurros -por favor, lo lamento -tome su cabeza y la coloque entre mis pierna -te pondrás bien -le asegure tomando mi teléfono y llamando a una ambulancia.
Unos pasos vienen hacia nosotras, giro y veo a un hombre alto fuerte con una cara de preocupación evidente, sus ojos me echan la culpa de lo que estaba pasando y con ropas extrañas se acerca a mi arrebatándome a la chica frágil como si fuera una goma.
- ¿Qué le has hecho? -
-Nada, ella solo cayó al suelo cuando...-
-Te hizo una lectura, maldita Cora-acurruco su rostro contra su pecho-vete, será mejor que no regreses a este lugar -grito furioso -y que dios se apiade de tu alma -susurro antes de cerrar.