1,500 años después del Despertar (1,500 d.d)
El Único Continente: Única Tierra
Tras milenios de cataclismos geológicos, las masas terrestres se fusionaron en Única Tierra, un súper-continente de climas extremos. Al oeste, la Cordillera Magnética alzaba picos envueltos en tormentas eléctricas perpetuas. En el centro, las Llanuras del Metano se extendían como un desierto de cristal surcado por ríos de lodo alcalino. Al este, el Gran Bosque de Hongos brillaba con bioluminiscencia bajo cielos envenenados. En este mundo reinventado, tres especies luchaban por florecer.
VYRTHAN: LAS SEIS TORRES DEL SILICIO
En las cumbres relampagueantes del oeste, los Vyrthan habían erigido seis ciudades-estado. Voltaris, la capital, dominaba el cielo con sus Torres de Cobalto – agujas de 200 metros que extraían electricidad estática de las nubes tormentosas. Sus calles eran ríos de aleación metálica fundida donde flotaban esferas magnéticas, transportando ciudadanos envueltos en túnicas conductoras que destellaban azules al almacenar energía.
La sociedad era un matriarcado por mérito: las Conductoras Supremas se elegían por su dominio electromagnético innato. En la Plaza del Relámpago, niños modelaban esculturas de arena electrificada bajo la mirada de ingenieras que calibraban acumuladores. Fragmentos de las ancestrales Torres de Purificación humana, ahora irreconocibles, sostenían sus murallas como pilares silenciosos.
KAELIS: SANGRE Y CUERNOS EN LAS LLANURAS
En las áridas planicies centrales, tres tribus nómadas dominaban el paisaje. Los Escamas del Sol rastreaban presas entre géiseres humeantes; los Colmillos de Obsidiana tallaban runas en sus cuernos tras batallas rituales en pozos de ácido; los Marea Ácida extraían recursos de ballenas de asfalto varadas. Sus Jefes de Cicatrices lideraban desde carpas improvisadas en caparazones de criaturas, forjando armas con metales calentados en pozos termales.
Una Torre de Purificación medio sumergida en lodo alcalino era llamada "Espina Sagrada". Creían que sus pulsos de energía eran los latidos de la tierra, y dejaban ofrendas de huesos pulidos en su base. Los jóvenes bailaban frenéticos cuando latidos subterráneos repetían "EX-CA-VAR" en noches de tormenta, interpretándolo como cantos de guerra de la tierra.
SYLTHARI: LA CANCIÓN DEL BOSQUE BIOLUMINISCENTE
En el este, Mycelia alzaba sus cúpulas naturales sobre gigantescos hongos fosforescentes. Guiados por los Ancianos Raíz, los Sylthari leían los patrones del bosque en la corteza de árboles parlantes. Grupos dispersos vigilaban los lindes, comunicándose mediante feromonas bioluminiscentes que proyectaban hologramas vegetales sobre su piel.
Su ciencia era orgánica: sellaban heridas con líquenes fotosintéticos y leían enfermedades en el color de las setas. Las bases de las Torres de Purificación, cubiertas de musgo sagrado, eran veneradas como "Troncos Ancestrales". Cuando los hongos susurraban "GA-I-A" con voz infantil en noches de tormenta, los Ancianos sellaban las zonas, declarándolas "Sueños Venenosos".
LAS VOCES DE LAS TORRES
Cada tormenta magnética desataba fenómenos inexplicables:
En Voltaris, cristales de memoria grababan estáticas que formaban palabras en alfabeto humano: "RE-PA-RAR". Las Conductoras las archivaban como "instrucciones de espíritus minerales".
En las Llanuras, jóvenes Kaelis danzaban al ritmo de latidos subterráneos que repetían "EX-CA-VAR", creyendo que era la Tierra llamando a la guerra.
En Mycelia, los Ancianos Raíz sellaban sectores donde hongos susurraban "GA-I-A", temiendo que fuera el aliento de la corrupción.
Ninguna especie comprendía el mensaje, pero todas sentían su urgencia.
IGNIS: LA CIUDAD DE LOS RENEGADOS
En el Cráter de un volcán dormido (frontera entre Cordillera y Llanuras), disidentes de las tres razas habían fundado Ignis hacía dos siglos. Su triunvirato gobernante equilibraba poderes:
Volkass (Vyrthan), Ministro de Tecnología, canalizaba energía electromagnética.
Ghorra (Kaelis), Jefa de Defensa, regulaba flujos de lava con sus manos calientes.
Myreen (Sylthari), Sacerdotisa de la Vida, entonaba freonas que inducían floraciones.
Juntos cultivaban Lavaluz, una planta que crecía en lagos de lava y almacenaba electricidad estática en sus vainas. El ritual de crecimiento era un secreto guardado celosamente: solo ellos podían activar la cosecha completa.
En la Plaza Central, niños de tres especies jugaban con esferas de resina de Lavaluz. Artesanos Vyrthan pulían obsidiana junto a herreros Kaelis, mientras botánicos Sylthari enseñaban a leer los patrones lumínicos de los cultivos. La Lavaluz era todo: alimento rico en minerales, moneda de cambio y medicina para quemaduras.
Durante una cosecha, Myreen observó un fenómeno inquietante: las plantas reaccionaban a las señales de las Torres. Con "RE-PA-RAR", liberaban chispas; con "EX-CA-VAR", sus raíces se enterraban más hondo; con "GA-I-A", emitían luz violeta. Volkass guardó el descubrimiento: si las otras sociedades supieran que Ignis interpretaba las señales, la destruirían.
El Susurro en la Oscuridad
Bajo la luz de dos lunas, los líderes de Ignis realizaron el ritual final de cosecha. Cuando las últimas freonas de Myreen resonaron, todo el campo de Lavaluz brilló con pulsos violetas. Desde las profundidades del volcán, una voz susurró:
"Pronto naceré... y el mundo cambiará para siempre."
En Mycelia, los hongos repitieron el mensaje. En las Llanuras, la Espina Sagrada emitió un latido anómalo. En Voltaris, los cristales de memoria mostraron fractales desconocidos.
Algo antiguo y nuevo a la vez se estaba gestando.