El aire en el pasillo de servicio de Neo-Veridia era diferente al de los túneles. Seguía siendo húmedo y olía a metal y maquinaria, pero ahora se mezclaba con otros aromas más urbanos: el olor acre del ozono de cables sobrecargados, el humo rancio de puestos de comida callejera lejanos, el hedor químico de la lluvia ácida evaporándose en superficies calientes y un leve perfume floral sintético que intentaba enmascarar la podredumbre subyacente. Era el olor característico de los niveles inferiores de la ciudad cibernética, una mezcla caótica de vida desesperada y tecnología decadente.
Kaelen terminó la última porción de su ración nutritiva y bebió otro sorbo de agua purificada, guardando el resto. La comida sintética no hizo mucho para satisfacer su hambre real, pero le dio la energía necesaria para seguir adelante. Con 10 PS, se sentía peligrosamente expuesto, pero al menos ya no estaba al borde del colapso físico inmediato.
Guardó sus escasos suministros y se puso en pie, estirando los músculos doloridos. El pasillo de servicio era estrecho y mal iluminado, con tuberías goteando y cables colgando en bucles peligrosos. Necesitaba salir de allí y orientarse, encontrar un lugar donde pudiera pasar desapercibido temporalmente y empezar a buscar información. El Sector Gamma, si realmente estaba allí, era conocido por ser un hervidero de actividad criminal, mercados negros y refugios improvisados, pero también por su falta de vigilancia oficial directa, lo que podía ser tanto una ventaja como un peligro mortal.
Avanzó por el pasillo, siguiendo la dirección que parecía llevar hacia una mayor actividad humana, guiado por el aumento gradual del ruido ambiental y los olores urbanos. Su Percepción P7 estaba en alerta máxima, procesando la nueva avalancha de estímulos sensoriales. Oía el eco de voces lejanas, el zumbido de maquinaria desconocida, el traqueteo de algún vehículo de servicio en un nivel adyacente.
Después de unos minutos, llegó a una puerta metálica oxidada marcada con símbolos de mantenimiento desvaídos. Estaba ligeramente entreabierta. Escuchó atentamente: más allá se oía el murmullo de muchas voces, música electrónica de bajo nivel y el siseo de la lluvia ácida golpeando alguna superficie exterior. Parecía dar a una calle o un callejón concurrido.
Respiró hondo. Este era el momento de la verdad, la reentrada en el mundo abierto después de horas en la oscuridad claustrofóbica de los túneles. Abrió la puerta con cuidado y se asomó.
Lo recibió una sobrecarga sensorial. Estaba en un callejón estrecho y abarrotado, apenas iluminado por el parpadeo errático de letreros de neón baratos en idiomas que apenas reconocía y el resplandor que se filtraba desde la calle principal cercana. La lluvia ácida caía con fuerza aquí, chisporroteando al golpear charcos iridiscentes y formando cortinas de vapor al contacto con respiraderos calientes. El aire era espeso y olía a fideos fritos, a incienso sintético, a metal mojado y a la desesperación colectiva de demasiada gente viviendo en muy poco espacio.
El callejón estaba lleno de actividad. Puestos improvisados vendían comida callejera de aspecto dudoso, componentes electrónicos de segunda mano y drogas sintéticas baratas. Gente de todas las calañas se apiñaba bajo los escasos salientes para protegerse de la lluvia: trabajadores con monos sucios, pandilleros con modificaciones cibernéticas llamativas y baratas, comerciantes nerviosos, adictos con la mirada perdida. El ruido era una cacofonía de regateos, música distorsionada, gritos y el siseo constante de la lluvia.
Kaelen se mezcló rápidamente con la multitud, bajando la cabeza y tratando de parecer uno más, un fantasma anónimo en el mar de la humanidad desesperada. Su ropa sucia y gastada y su aspecto agotado lo ayudaban a encajar. Se movió hacia la salida del callejón que daba a una calle más ancha, queriendo tener una mejor idea de dónde estaba.
La calle principal era aún más caótica. Vehículos terrestres pequeños y destartalados competían por el espacio con peatones y carros de carga improvisados. Edificios altos y decrépitos se alzaban a ambos lados, cubiertos de pantallas holográficas que parpadeaban anuncios agresivos de corporaciones de bajo nivel, préstamos rápidos y entretenimiento virtual barato. Cables y tuberías cruzaban el espacio entre los edificios como telarañas industriales. Era Neo-Veridia en su estado más crudo y desigual. Definitivamente los niveles inferiores.
Necesitaba un lugar seguro donde esconderse, descansar unas horas y planificar sus próximos pasos. Recordó haber oído hablar de "nichos de datos" o "refugios de conexión", lugares baratos y anónimos donde uno podía alquilar una cabina con una terminal básica y conexión a la red (generalmente no segura) por unas pocas horas. Podría ser un buen lugar para empezar, para intentar acceder a información pública o buscar contactos discretos.
También necesitaba información sobre el símbolo del refugio de Lena y la puerta Kilo. ¿Dónde podría preguntar sin llamar la atención? Los mercados negros a veces tenían intermediarios de información, "infobrokers" de bajo nivel que traficaban con rumores y datos robados. Era arriesgado tratar con ellos, pero podrían ser su mejor opción.
Mientras caminaba, observando los rostros y las interacciones a su alrededor, su Percepción P7 captó algo: dos individuos apoyados en la pared de un edificio al otro lado de la calle. No encajaban del todo. Su ropa era sencilla pero más limpia que la de la mayoría, sus posturas eran relajadas pero alertas, y sus ojos escaneaban metódicamente a la multitud. No llevaban insignias visibles, pero tenían ese aire de profesionalidad fría y discreta que Kaelen había aprendido a asociar con operativos encubiertos. ¿Seguridad corporativa? ¿Alguna facción poderosa? ¿O...?
¿Podrían ser de Grado Cero?
Un escalofrío le recorrió la espalda. Era imposible saberlo con certeza, pero su instinto le gritaba peligro. Se apartó de la calle principal y se deslizó de nuevo hacia un callejón lateral más pequeño y oscuro, buscando perderse entre las sombras. No podía arriesgarse a ser visto o identificado. Si GC tenía presencia aquí, su llegada a Neo-Veridia ya podría haber sido detectada.
El callejón era más tranquilo, con solo unos pocos adictos acurrucados en un portal. Encontró una puerta sin marcar que parecía conducir a los niveles superiores de un edificio residencial barato. Forzó la cerradura simple con su multi-herramienta (una habilidad básica de supervivencia en Kratos y, aparentemente, también aquí) y subió por unas escaleras oscuras y malolientes.
En el segundo piso, encontró un pequeño apartamento abandonado, con la puerta destrozada. El interior estaba vacío, salvo por basura y un colchón mugriento en una esquina. Olía a moho y desesperación, pero ofrecía cuatro paredes y una relativa privacidad temporal. Bloqueó la puerta rota lo mejor que pudo con un trozo de metal encontrado en el suelo.
Finalmente, un respiro. Se sentó en el suelo sucio, con la espalda contra la pared, y cerró los ojos por un momento, escuchando los sonidos distantes de la ciudad. Estaba en Neo-Veridia. Vivo. Con 10 PS y un océano de problemas.
Abrió los ojos y miró el esquema que había obtenido como recompensa: "Modificador de Señal Simple". La interfaz del Sistema mostró un diagrama básico de un pequeño dispositivo diseñado para interferir o enmascarar señales de comunicación o rastreo de corto alcance. Requería varios componentes electrónicos comunes y una fuente de energía (como la batería que había encontrado). Podría ser útil para evitar la detección o para operaciones de sigilo. Era algo en lo que trabajar si conseguía los componentes.
Pero primero, necesitaba información. Sobre el símbolo. Sobre Grado Cero en Neo-Veridia. Sobre posibles aliados (¿Jax?). Y sobre cómo encontrar a Lena en esta jungla de neón y acero. Su búsqueda acababa de entrar en una nueva y peligrosa fase.