El mercado de chatarra electrónica era un asalto a los sentidos, incluso para alguien acostumbrado al caos de Kratos. Se extendía por varias calles estrechas y callejones interconectados, bajo un cielo perpetuamente grisáceo apenas visible a través de la maraña de cables, pasarelas improvisadas y el humo acre de soldadores y pequeños generadores sobrecargados. Montañas de tecnología desechada –carcasas de ordenadores destripadas, pantallas rotas, marañas de cables de fibra óptica, componentes de robots obsoletos, electrodomésticos destrozados– se apilaban en precario equilibrio frente a pequeños puestos o simplemente en montones en el suelo embarrado.
El aire era espeso, cargado con el olor a plástico quemado, a ozono de cortocircuitos, a metal oxidado y al sudor colectivo de los cientos de personas que pululaban por allí: carroñeros buscando piezas que vender, técnicos de bajo nivel buscando repuestos baratos, pandilleros buscando componentes para armas improvisadas, y los propios vendedores, figuras curtidas y desconfiadas que vigilaban sus mercancías con ojos rapaces.
Kaelen se movía entre la multitud con la cabeza gacha, su Percepción P7 trabajando horas extras para filtrar la sobrecarga sensorial y evaluar las amenazas potenciales. Cada puesto era un microcosmos de sospecha. Los vendedores observaban a los clientes potenciales con una mezcla de interés y hostilidad, mientras que los compradores examinaban las piezas con una concentración intensa, conscientes de que cualquier componente podía estar defectuoso, ser una trampa o simplemente una imitación inútil. Las transacciones se realizaban en voz baja, con regateos tensos y miradas furtivas. La violencia podía estallar por una pieza disputada o una estafa descubierta.
Tenía la lista de componentes necesarios para el Modificador de Señal Simple, según el esquema del Sistema: un microcontrolador básico reprogramable, un módulo de radiofrecuencia de corto alcance (preferiblemente ajustable), algunos condensadores y resistencias específicas, y una pequeña antena. Nada especialmente raro en teoría, pero encontrar piezas funcionales y compatibles en este caos era el desafío.
Se acercó a un puesto que parecía especializarse en componentes de comunicación. Estaba dirigido por un hombre flaco y nervioso con gafas de aumento sucias posadas sobre la frente y dedos manchados de soldadura. Montones de radios rotas, antenas dobladas y placas de circuitos rescatadas cubrían su estrecha mesa.
"Busco un módulo RF de corto alcance. Ajustable, si es posible. Y una antena compatible", dijo Kaelen, manteniendo su voz neutra.
El vendedor lo miró de arriba abajo, sus ojos evaluando rápidamente la ropa gastada de Kaelen, su aspecto cansado pero tenso. "¿Para qué?", preguntó, su voz rasposa. La pregunta no era por curiosidad, sino para calibrar el valor y el riesgo.
"Proyecto personal", respondió Kaelen vagamente. "Algo que funcione, que no esté frito".
El vendedor rebuscó entre una caja llena de componentes polvorientos, sacando finalmente un pequeño módulo cuadrado con varios pines de conexión doblados y una antena corta y ligeramente torcida. "Este podría servir. Sacado de un dron de mensajería corporativo de nivel medio. Quizás funcione, quizás no. Cincuenta créditos".
Kaelen examinó la pieza. Parecía completa, pero era imposible saber su estado real sin probarla. Cincuenta créditos era un precio estándar de estafa para algo así en este mercado. "Te doy veinte", replicó Kaelen.
El vendedor soltó una risa seca. "Veinte no compran ni el polvo de esta cosa. Cuarenta y cinco, mi última oferta. Y reza para que no te explote en la cara".
Kaelen dudó. No tenía muchos créditos. Pero necesitaba la pieza. Mientras sopesaba la oferta, su Percepción P7 le envió una señal de advertencia. Dos individuos que habían estado merodeando cerca del puesto, fingiendo examinar otras piezas, se habían acercado ligeramente, sus posturas volviéndose un poco más tensas. No parecían clientes normales. La atmósfera alrededor del puesto se había vuelto sutilmente más cargada. Kaelen sintió la familiar picazón de la desconfianza en la nuca. Este vendedor no trabajaba solo.
"Treinta", dijo Kaelen, su voz firme, mirando directamente al vendedor pero consciente de los otros dos en su periferia. "Y añades ese microcontrolador de allí". Señaló un chip de aspecto genérico en otra pila.
El vendedor miró a sus aparentes socios, luego de nuevo a Kaelen. Hubo un instante de cálculo silencioso. Quizás Kaelen parecía más problemático de lo que valía la pena estafar por unos pocos créditos extra. "Treinta y cinco por el lote", cedió el vendedor finalmente, cogiendo el microcontrolador y empujando ambas piezas hacia Kaelen. "Y lárgate".
Kaelen pagó rápidamente los treinta y cinco créditos, agarró las piezas y se alejó del puesto sin mirar atrás, sintiendo las miradas del vendedor y sus socios siguiéndolo hasta que se perdió de nuevo en la multitud. Había conseguido dos de los componentes clave, pero la interacción lo dejó con un sabor amargo y una mayor sensación de alerta. Este mercado era un nido de víboras.
Continuó su búsqueda, moviéndose de puesto en puesto, regateando por condensadores, resistencias y un trozo de cableado utilizable. Cada transacción era una danza similar de desconfianza, evaluación de riesgos y precios inflados. Logró conseguir la mayoría de los componentes electrónicos menores por unos pocos créditos más, eligiendo piezas que parecían menos dañadas o corroídas.
Solo le faltaba la antena adecuada (la que venía con el módulo RF parecía demasiado dañada) y, crucialmente, una forma de soldar y ensamblar las piezas. Necesitaba acceso a un pequeño taller o al menos a un soldador portátil.
Encontró un puesto más grande y caótico que parecía ser un centro de reparación improvisado además de vender chatarra. Estaba dirigido por una mujer corpulenta con brazos cibernéticos cromados y una expresión perpetuamente malhumorada. Vio varias antenas de diferentes tipos colgando de un gancho.
Señaló una que parecía prometedora, una antena omnidireccional simple pero intacta. "¿Cuánto por esa?"
La mujer lo miró con desinterés. "Quince créditos. O cinco si tienes algo interesante para cambiar".
Kaelen no tenía nada que cambiar. Quince créditos por una simple antena era otro robo. "Diez", ofreció.
La mujer resopló. "Doce. Y no me hagas perder el tiempo".
Kaelen pagó los doce créditos. Ahora solo le quedaban unos pocos. "¿Tienes un soldador que pueda usar? Cinco minutos, pago por el tiempo", preguntó.
La mujer señaló con un pulgar cromado hacia una esquina oscura del puesto donde había un banco de trabajo mugriento con un soldador viejo y varias herramientas básicas. "Diez créditos por diez minutos. Rompes algo, lo pagas el triple".
Era caro, pero necesario. Pagó los diez créditos, quedándose prácticamente sin nada. Se dirigió al banco de trabajo, extendió los componentes que había reunido y el esquema del Modificador de Señal que visualizaba a través de su interfaz del Sistema. También sacó la batería usada que había encontrado en los túneles; necesitaría conectarla como fuente de energía.
Trabajó rápidamente, sus dedos moviéndose con una habilidad nacida de la necesidad más que de la experiencia. Limpió los contactos de los componentes, verificó las conexiones según el esquema simple del Sistema, y usó el soldador caliente para unir las piezas con cuidado. El olor a soldadura quemada se mezcló con los otros aromas del mercado.
Mientras trabajaba, era consciente de la mirada ocasional de la mujer del puesto y de los otros clientes que entraban y salían. Se esforzó por parecer concentrado y competente, sin mostrar signos de debilidad o incertidumbre que pudieran invitar a problemas.
Finalmente, después de unos tensos ocho minutos, tuvo el dispositivo ensamblado: un pequeño artilugio del tamaño de la palma de su mano, con los componentes soldados a una pequeña placa de prototipo rescatada, la batería conectada y la antena sobresaliendo. Era feo, improvisado, pero según el esquema, debería funcionar.
[Sistema: Detectado nuevo dispositivo ensamblado. Coincide con Esquema: Modificador de Señal Simple. ¿Ejecutar diagnóstico básico de funcionalidad? Requiere conexión de interfaz.]
Kaelen asintió mentalmente. Sintió la leve conexión del Sistema con el dispositivo.
[Diagnóstico en curso... Funcionalidad básica confirmada. Potencia de salida: Baja. Rango efectivo: ~5-10 metros. Modos disponibles: Interferencia de Banda Ancha (Baja Potencia), Enmascaramiento de Firma Simple (Pasivo). Duración estimada de la batería actual: ~30 minutos de uso activo.]
Funcionaba. No era potente, ni tenía un gran alcance, pero podría ser suficiente para confundir un escáner básico o interferir con un rastreador cercano si alguna vez lo necesitaba. Era una pequeña herramienta más en su arsenal de supervivencia.
Guardó cuidadosamente el Modificador de Señal en un bolsillo interior. Había gastado casi todos sus créditos y una cantidad considerable de tiempo y energía, pero había logrado su objetivo secundario. Ahora podía centrarse en el siguiente paso: investigar a Oráculo, el infobroker. Pero primero, necesitaba salir de este mercado antes de que su suerte se agotara.
Recogió sus cosas y le dio un asentimiento rápido a la mujer del puesto, que simplemente gruñó en respuesta. Se deslizó de nuevo hacia la corriente de gente, desapareciendo entre las sombras y el neón sucio de los niveles inferiores, un poco mejor equipado, pero aún peligrosamente solo y con un largo camino por delante.