Capítulo 82: Kaelen – Ecos en el Hormigón Muerto

Arrastrarse por el conducto de drenaje secundario fue una experiencia miserable y claustrofóbica. El túnel era apenas lo suficientemente ancho como para que Kaelen pasara, obligándolo a moverse a cuatro patas o a veces incluso a deslizarse sobre su estómago a través de secciones más estrechas. El fondo estaba cubierto por una capa gruesa de lodo oscuro y pegajoso de origen desconocido, y el aire era denso, viciado y casi sin circulación, con el hedor omnipresente de las alcantarillas magnificado por el espacio confinado. Cada pocos metros, tenía que usar su linterna para asegurarse de que el conducto no terminaba abruptamente o estaba bloqueado por un derrumbe.

El conducto ascendía en un ángulo constante pero suave, llevándolo gradualmente desde las profundidades de la red de alcantarillado principal hacia los niveles del sótano del centro de investigación abandonado, según el mapa de Oráculo. El silencio aquí era casi absoluto, roto solo por su propia respiración dificultosa, el roce de su ropa contra el metal oxidado del conducto y el goteo ocasional de algún líquido viscoso desde el techo bajo. Era un silencio antinatural, desprovisto incluso de los sonidos de alimañas que había oído en los túneles más grandes. Era como si nada quisiera o pudiera vivir aquí.

A medida que ascendía, comenzó a notar un cambio sutil en el ambiente. Un leve zumbido eléctrico, similar al que había percibido cerca de la puerta Kilo en los túneles de Kratos, pero mucho más débil y errático, comenzó a hacerse perceptible. Y el olor metálico, como a ozono o a metal ionizado, también regresó débilmente, mezclándose con el hedor de la alcantarilla. ¿Había energía residual en el centro de investigación abandonado? ¿O era algo más?

Después de lo que pareció una eternidad arrastrándose en la oscuridad fétida, calculó que había recorrido unos cien metros por el conducto ascendente. El túnel finalmente se niveló y terminó en una rejilla metálica vertical, similar a la que le había permitido salir de los túneles de servicio en el Sector Gamma. Esta, sin embargo, estaba mucho más oxidada y parecía firmemente encajada en su marco de hormigón.

Se acercó con cautela y apagó la linterna, escuchando. Más allá de la rejilla, no oía nada. Silencio absoluto. Intentó mirar a través de los barrotes oxidados. Estaba demasiado oscuro para distinguir mucho, pero parecía dar a un espacio más grande, no a un simple pasillo de servicio. Podía oler polvo viejo, hormigón húmedo y ese persistente olor metálico/ozono, ahora más fuerte.

Necesitaba quitar la rejilla. Estaba encajada por el óxido y probablemente por la corrosión del hormigón circundante. Sacó su multi-herramienta y seleccionó una punta de palanca fuerte. Intentó forzar los bordes de la rejilla, buscando un punto débil. El metal gimió, pero no cedió. Probó en otro punto, aplicando una presión constante y usando todo su peso. El óxido crujió ruidosamente en el silencio. Se detuvo, escuchando. Nada.

Continuó trabajando, alternando entre hacer palanca y golpear suavemente los bordes con la base de la multi-herramienta para intentar romper el sello de óxido. Era un trabajo lento y frustrante. Sus 7 PS se sentían completamente inadecuados; no tenía acceso a ninguna habilidad o herramienta que pudiera facilitar esto. Solo fuerza bruta y paciencia.

Finalmente, después de varios minutos de esfuerzo, uno de los bordes inferiores de la rejilla cedió con un fuerte chasquido metálico. Ahora tenía un punto de apoyo. Trabajó en esa esquina, doblando el metal oxidado hacia afuera poco a poco hasta que creó una abertura lo suficientemente grande como para poder pasar.

Volvió a escuchar atentamente. Silencio. Con extrema precaución, se deslizó a través de la abertura que había creado, saliendo del conducto fétido y entrando en el espacio más allá.

Se encontró en lo que parecía ser un nivel de sótano profundo o un sub-sótano del centro de investigación. Era una sala grande y cavernosa, con techos altos que se perdían en la oscuridad por encima del alcance de su linterna. El suelo era de hormigón desnudo, agrietado y cubierto de polvo y escombros. Enormes pilares de soporte se elevaban a intervalos regulares. La sala parecía vacía, salvo por algunos restos de maquinaria pesada destrozada u oxidada en las esquinas y montones de escombros de derrumbes parciales del techo. El aire aquí era frío, estancado y olía a polvo viejo, a hormigón húmedo y a ese persistente olor a ozono/metal ionizado. El débil zumbido eléctrico errático también era más perceptible aquí.

Según el mapa de Oráculo, el servidor que buscaba debería estar ubicado en una sala de control o centro de datos secundario, probablemente en este nivel o en uno inmediatamente superior. Tendría que explorar.

Encendió la linterna y comenzó a moverse por la vasta sala subterránea, sus pasos resonando inquietantemente en el silencio. Mantuvo su Percepción P7 al máximo, barriendo la oscuridad, buscando cualquier señal de movimiento, cualquier indicio de los peligros sobre los que Oráculo le había advertido. Los Ghouls de la Zona Roja, las facciones carroñeras... ¿estarían aquí abajo?

Mientras avanzaba, el haz de su linterna iluminó algo en el suelo que lo hizo detenerse. Eran huesos. Huesos humanos, viejos y roídos, esparcidos entre los escombros. Y cerca de ellos, encontró casquillos de bala de gran calibre y las marcas de quemaduras de armas de energía en una pared cercana. Hubo una lucha aquí. Una lucha violenta, y antigua.

Continuó con aún más cautela. Encontró varias puertas que salían de la sala principal. La mayoría estaban bloqueadas por derrumbes, oxidadas hasta quedar selladas, o simplemente conducían a pasillos derrumbados. Pero una de ellas, una puerta metálica reforzada aunque abollada y arañada, parecía relativamente intacta. Tenía un panel de acceso al lado, pero estaba oscuro y claramente sin energía. La puerta estaba ligeramente entreabierta, atascada por los escombros.

Se acercó a la puerta entreabierta. El olor a ozono era notablemente más fuerte aquí. Asomó la cabeza por la abertura. Daba a un pasillo más pequeño, igualmente oscuro y polvoriento. El zumbido eléctrico errático parecía venir de más adelante en ese pasillo.

Se deslizó a través de la abertura. Este pasillo parecía menos dañado estructuralmente. Había puertas a ambos lados, la mayoría cerradas. Siguió el zumbido y el olor a ozono hasta el final del pasillo, donde encontró una puerta doble de metal marcada con un símbolo de peligro eléctrico desvaído y las palabras "SALA DE SERVIDORES AUXILIAR". La puerta estaba cerrada, pero la cerradura electrónica parecía haber sido forzada o destruida; estaba abierta unos centímetros.

Este tenía que ser el lugar. El servidor que Oráculo quería.

Escuchó atentamente junto a la puerta. Oyó el zumbido eléctrico errático desde dentro, y un leve crepitar ocasional, como de cortocircuitos. No oyó nada más.

Empujó la puerta con cuidado. Se abrió con un chirrido de metal oxidado. El interior estaba oscuro, salvo por el parpadeo irregular de algunas luces de estado en varias torres de servidores altas y antiguas que llenaban la sala. El zumbido provenía de estas máquinas, algunas de las cuales parecían estar aún parcialmente activas, aunque de forma inestable. El aire aquí estaba caliente y olía fuertemente a ozono y a plástico recalentado. Montones de cables desconectados cubrían el suelo como serpientes muertas.

El servidor objetivo, según la descripción de Oráculo (un modelo específico de mainframe corporativo de hace décadas), debería estar en la fila central. Kaelen barrió la sala con su linterna. Y allí estaba. Una unidad grande y monolítica, con varias luces de estado parpadeando débilmente en ámbar y rojo. Parecía estar recibiendo energía mínima, quizás de alguna fuente de respaldo interna o de una conexión residual.

Había llegado al objetivo. Ahora solo tenía que extraer los datos. Oráculo le había proporcionado un dispositivo de extracción de datos simple (parte de los detalles de la misión transferidos a su Sistema), diseñado para conectarse a puertos de diagnóstico antiguos como los que probablemente tendría este servidor. Sacó el pequeño dispositivo de su inventario mental.

[Sistema: Materializar Extractor de Datos Oráculo-Spec? S/N]

Confirmó. El dispositivo apareció en su mano: un pequeño dongle con varios conectores intercambiables.

Se acercó al viejo mainframe, buscando un puerto de diagnóstico compatible. Lo encontró en un panel lateral, cubierto de polvo. Conectó el extractor.

[Extractor de Datos: Conexión establecida. Iniciando acceso a bajo nivel... Sistema de archivos detectado: Corrupto. Intentando recuperación de sector de arranque...]

Luces en el extractor parpadearon. La tarea no sería sencilla. Los datos estaban corruptos, tal como Oráculo había dicho. La extracción llevaría tiempo, y el proceso podría ser ruidoso o inestable, potencialmente atrayendo atención no deseada.

Se preparó para una larga y tensa espera, vigilando la puerta y escuchando cualquier sonido del exterior, mientras el pequeño dispositivo comenzaba su lento trabajo de desenterrar fantasmas digitales en el corazón muerto de la Zona Roja.