Él atrapó su pequeña mano y la sostuvo con firmeza. Continuó hablando con su hipnotizante voz ronca. —¿No? Tus mejillas ya se han puesto rojas.
—Mi piel es tan oscura. ¿Cómo puedes saber si está roja? —Al pensar en su tez oscura, realmente deseó poder deshacer todo el daño que se había hecho en el pasado. ¿Sería posible recuperar su piel clara en un instante?
Él levantó su otra mano y acarició suavemente su rostro. —Tu piel está casi pelándose por el daño. En el futuro... no te quemes así solo por evitarme. —Recordó que cuando era joven, su piel había sido extremadamente clara.
El dolor atravesó su corazón. —Sabes que bronceé mi piel intencionalmente... y que lo hice para evitarte...
—En —asintió algo sombrío—. Si realmente no deseas verme de nuevo, dímelo. Yo... haré mi mejor esfuerzo para no aparecer frente a ti.
Solo Dios sabe lo difícil que fue para él hacer tal promesa.
Cada día que pasaba sin verla solo servía para profundizar su anhelo por ella.