—¿Qué piensas? —Ella parpadeó y batió sus pestañas coquetamente hacia él. Sus ojos brillaban y parecían tener su propia luz. Eran tan encantadores como las estrellas en el cielo nocturno, y ofrecían una vista deslumbrante.
¡Sus ojos eran hermosos!
Bai Qinghao se quedó sin palabras.
Recordó que sus ojos habían sido igual de encantadores cuando eran jóvenes. En ese entonces, siempre se había sentido atraído por esa luz.
Aunque su padre, Long Yifan, había salvado a su abuela, sus orígenes familiares eran incompatibles. La Familia Bai y la Familia Fang eran mundos aparte.
Aunque su abuela le debía la vida a Long Yifan, no usaría sus asuntos matrimoniales para pagarle.
Después de todo, con la influencia y el poder de la Familia Bai, tenían innumerables opciones cuando se trataba de pagarle a Long Yifan. No había sido absolutamente necesario ofrecer una alianza matrimonial.