Sueña conmigo

A ella no le gustaba llorar frente a nadie.

En su vida anterior, había sido débil e indefensa. Pero en esta vida, definitivamente sería diferente.

Bai Qinghao la abrazó con amor y susurró con voz reconfortante:

—Todo ha pasado. Te prometo que él estará bien.

—Bai Qinghao... —Ella estaba profundamente conmovida mientras presionaba su rostro contra su firme hombro—. Soy tan poco filial, y aun así no pareces culparme.

—Tonta... —Él le dio palmaditas suaves en la espalda. Su tono estaba lleno de angustia—. Todavía eres estudiante. Solo puedes hacer lo que está a tu alcance. ¿Cómo podría culparte? Ni siquiera te he mimado lo suficiente.

—Pagué las facturas del hospital de mi padre. También deposité cincuenta mil dólares para emergencias —respondió ella con melancolía.

—En —preguntó suavemente, pero la atmósfera se volvió fría por su sospecha—. ¿De dónde salió el dinero?