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Se sentó en el sofá y sacó una botella de agua de su bolso. Tomó un sorbo y dijo con indiferencia:
—No es mi problema si la familia Fang se hunde o no. Una parte del dinero que papá ganó me pertenece. Ya que vaciaste las cuentas de la familia Fang, devuélveme primero mi parte.
No permitiría que la familia Fang tuviera más oportunidades de depender de la familia Bai.
—El dinero ya se acabó —y su parte sumaba millones de dólares. La expresión amorosa de Fang Lilan casi se desmoronó—. ¿Cómo se supone que voy a conseguir tanto dinero para ti?
—Entonces deja de ser descarada y no me digas que le pida dinero a la familia Bai. Si tienes la capacidad, ve y pídeselo tú misma.
Fang Lilan controló las ganas de abofetear a Fang Xinxin, pero su tono se volvió áspero de nuevo:
—Bai Qinghao solo te da la cara a ti. Si escuchara mis peticiones, ¿crees que te estaría buscando?