Fang Xinxin entendió que él necesitaba irse ahora mismo. Aunque no podía soportar despedirse, aún le sonrió cálidamente. —Está bien. Te esperaré.
«¡Te esperaré!». No había palabras más conmovedoras que éstas para él.
Él le había entregado su corazón y su cuerpo. ¡Incluso si el mundo se derrumbara, los sentimientos que tenía por ella nunca cambiarían!
Bai Qinghao la abrazó fuertemente entre sus fuertes brazos, casi fundiéndola para convertirse en uno con él. ¡Quería que ella dejara una marca en su alma!
Realmente no deseaba irse.
Sin embargo, el asunto era urgente y no podía demorarse.
Deseaba desesperadamente confiarle sus sentimientos y expresarle cuánto la añoraba con cada segundo y minuto que pasaba.
Pero no quedaba más tiempo.
Tenía mil palabras que decir, pero todo lo que murmuró fue su nombre con urgencia. —Fang Xinxin...