Ella pensativamente le sirvió una taza de té y se la entregó.
Bai Qinghao desvió su mirada ardiente pero distante hacia ella.
En este momento, toda su cara estaba cubierta de costras. Su piel aún no se había pelado adecuadamente.
Era similar al tipo de costras que se forman en heridas superficiales abiertas. Las costras secas eran de color marrón oscuro. Eran tan desagradables como uno podría imaginar.
Incluso a ella le costaba mirarse al espejo con su apariencia actual.
Sin embargo, una vez que estas costras sanaran, recuperaría su apariencia original y hermosa.
Su mirada era demasiado difícil de interpretar. Ella luchaba por entender sus emociones, pero sentía que él no despreciaba su pobre apariencia.
Este descubrimiento la llenó de alegría.
Al ver que él no recibía la taza, la levantó y besó especialmente el borde con un sonoro chasquido. Luego la acercó a él.
Bai Qinghao la miró confundido. —¿Qué estás tramando?