Kyle no sabía por qué la policía estaba en la puerta, pero estaba seguro de que parecería increíblemente sospechoso si fuera él quien respondiera. Sabía que no podían entrar a la fuerza sin una orden judicial, así que rápidamente caminó de puntillas para comprobar cómo estaba Calista. Un pensamiento frío lo invadió: ¿y si algo estaba seriamente mal con ella?
¿Cómo podría explicar esta situación a alguien? La mera idea de que su salud se deteriorara debido al tiempo que pasaron juntos sonaba absurda, algo tan extravagante que incluso Kyle no se creería a sí mismo si los papeles se invirtieran.
Una ola de alivio lo recorrió cuando confirmó que Calista seguía respirando, su pecho subiendo y bajando constantemente. Aun así, no podía quitarse de encima la ansiedad que crecía dentro de él. ¿Y si de alguna manera ella hubiera sido quien alertó a la policía? La noción parecía inverosímil a menos que todo este escenario hubiera sido una trampa calculada.