Los días se fundían unos con otros, y Kyle estaba viviendo la vida de ensueño con Jane. No encontraba su mente divagando, excepto por pensamientos de sexo.
Calista le hacía cosas que, en comparación, Jane palidecía. Había ciertos actos sexuales que no podías hacerle a una chica con la que veías un futuro.
Este era uno de esos momentos. Kyle se dio cuenta de que nunca podría tratar a Jane como a una puta, al menos no por ahora.
Ella no era así, y no había forma de que eso cambiara de la noche a la mañana.
Kyle sabía que era posible moldearla para eso, pero tomaría tiempo, y sus huevos no podían esperar tanto.
Era el día de la audiencia de custodia de Cassandra. Estaba preocupada y nerviosa, a pesar de que la abogada le aseguraba que las cosas irían bien, ya que estos casos tendían a estar sesgados a favor de la madre.
No podía quitarse el pensamiento de que su marido tenía ventaja. Él nunca fue del tipo que entraba en algo que no creía poder ganar.