Calista no tenía idea de lo que acababa de suceder, pero no iba a seguirlo para buscar respuestas. Si algo, Kyle necesitaba su espacio ahora más que nunca.
Se preguntaba qué podría haber ocurrido entre ellos, pero sabía que no era su lugar entrometerse, especialmente si él no deseaba compartirlo.
Calista estaba preocupada, pero Kyle le había dado permiso para hacer lo necesario para obtener la información que necesitaba de ella.
—¿Qué fue eso? —murmuró Calista en voz baja, pero la camarera le trajo la cuenta.
En cualquier otra situación, la dama habría sentido como si hubiera recibido un golpe bajo por esto, pero Calista no tenía problema en pagar.
Miró a la camarera, que había intentado coquetear con Kyle, y sonrió con suficiencia.
—Parece que coqueteaste con la persona equivocada —se burló Calista, justo antes de irse sin dejar propina.
Calista era podrida hasta la médula al final, con cualquiera que considerara por debajo de ella.