A medida que pasaba el tiempo y Miguel evolucionaba más de sus no-muertos, dos cosas se volvieron cada vez más evidentes.
Primero, los goblins ya no podían permanecer en su espacio de almacenamiento en grandes cantidades después de evolucionar a orcos.
El enorme tamaño de los orcos lo hacía poco práctico.
Finalmente, Miguel decidió dejar que la mayoría de ellos se quedaran afuera, deambulando libremente.
Solo los orcos que podía invocar y despedir al Inframundo permanecían dentro del espacio de almacenamiento.
Segundo, Miguel se encontró rodeado de «hombres» y «mujeres» corpulentos.
Sus «cuerpos» le dificultaban mirarlos a los ojos.
Llegó al punto en que los hizo mantenerse lejos de él, confinados en una de las habitaciones abandonadas del dormitorio cercano.
Este arreglo resaltó un problema evidente: la ropa.
Miguel agregó «conseguir ropa decente para los orcos» a su creciente lista de prioridades.