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El corazón de Peter se hundió mientras miraba alrededor.
El espacio en el que flotaban parecía sin cambios, pero había un cambio innegable en el aire.
El vacío, antes vasto e ilimitado, ahora se sentía constreñido.
—¿Realmente crees que tus pequeños trucos pueden retenerme? —se burló Peter, aunque su voz carecía de su habitual confianza.
La niebla negra a su alrededor surgió, formando figuras espectrales que silbaban y gemían, sus gritos haciendo eco en el vacío cerrado.
Brian se rió, un sonido carente de humor.
—¿Retenerte? Oh, Peter, no lo entiendes. Esto no es una prisión para ti —sus ojos ardían con una intensidad que hizo que Peter se estremeciera—. Esta es tu tumba.
La temperatura se desplomó mientras el aura de Brian explotaba hacia afuera, el vacío temblando bajo el peso de su poder.
Las llamas, brillantes e implacables, estallaron a su alrededor, pintando la oscura extensión en tonos de azul cielo y azul profundo.