Tal como Miguel había sospechado, toda la ciudad estaba envuelta en batalla.
No eran solo las grietas que derramaban monstruos las que propagaban el caos —los sobrenaturales demoníacos también estaban trabajando, aunque evitaban lugares pequeños como la comunidad de Miguel.
El pequeño número y la falta de valor estratégico hacían que tales áreas no fueran dignas de su atención.
La verdad era que, si la Asociación de Superiores fuera la única línea de defensa de la ciudad contra las grietas que aparecían en el cielo, la ciudad habría sobrevivido igual, aunque a costa de daños significativos y numerosas bajas.
Las sucursales de la Asociación no eran débiles.
Cada sucursal tenía su propia cuota de individuos poderosos capaces de manejar grietas dimensionales del Nivel 1 al Nivel 3.
En circunstancias normales, las primeras rondas de caos podrían haberse mitigado, y el orden se habría restaurado antes de que las cosas escalaran más.