La batalla en la ciudad continuaba sin cesar.
Más vidas se perdieron.
Algunos se fortalecieron en medio del caos.
Otros perdieron todo lo que apreciaban.
Y unos pocos, como Brian, se encontraron en los momentos más cruciales de sus vidas.
¡Boom!
Brian no sabía cuánto tiempo había estado intercambiando golpes, pero se sentía como una eternidad.
A estas alturas, su apariencia había cambiado drásticamente.
Su cabello ahora era blanco como la nieve, no con la elegancia de la edad, sino con la palidez de la enfermedad.
Su cuerpo se había vuelto demacrado y pálido, exudando una fuerte sensación de debilidad a pesar del aura aterradora que irradiaba de él.
Además.
Le faltaba el brazo izquierdo.
—Ríndete... cof, cof...
En el vacío, Peter intentó una vez más persuadir a Brian de que se rindiera, solo para terminar tosiendo sangre.
Su rostro se tornó ceniciento.
Sabía que su tiempo se estaba agotando.
Si la batalla se prolongaba más, no sobreviviría.