Capítulo 250 Descubrimiento

"""

Miguel no estaba particularmente familiarizado con los calderos.

Nadie podía culparlo.

Incluso en Aurora, eran considerados herramientas antiguas del pasado.

Afortunadamente, los había visto suficientes veces antes como para reconocer uno.

El caldero rojo en su alma se sostenía sobre cuatro patas y no tenía asas.

Sin embargo, sus patas estaban posicionadas de manera extraña—en lugar de estar espaciadas uniformemente o dispuestas simétricamente, cada una parecía apuntar en una dirección diferente, como si hubieran elegido norte, sur, este y oeste por sí mismas.

A pesar de su extraño diseño, lo que más llamó la atención de Miguel fueron los intrincados patrones tallados en su superficie.

Le resultaban familiares.

A primera vista, parecían pequeños, pero al mismo tiempo, parecían lo suficientemente grandes como para ser claramente visibles.

Miguel se centró en los dos patrones más grandes—uno representando a un humano, el otro a un lobo.