—Día 4
Me estiro perezosamente mientras los eventos de los últimos días parpadean en mi mente uno tras otro.
Me volteo para ver a Ayame ya despierta, sentada junto a la ventana. Su espada descansa sobre su hombro, acunada suavemente contra su cuerpo mientras se apoya en el alféizar. Su figura está iluminada por la luz de la mañana, creando un aura tranquila mientras contempla pacíficamente el amanecer. Es una vista tan hermosa y tranquila, evocando las imágenes magistrales que solo se pueden encontrar en pinturas. Deseo intensamente tener una cámara para capturar este momento perfecto.
Me recuerda a Guts de cierta serie de manga cuando estaba sentado en el alféizar bajo el cielo estrellado nocturno, aunque afortunadamente Ayame no está en tan mal estado físico, y no es de noche actualmente, pero la atmósfera serena es bastante similar de todos modos. Ambos han pasado por situaciones muy difíciles.