Fortaleza Sombría

Al salir al aire libre, la ciudad de Fortaleza Sombría se extiende ante nosotros, rebosante de vida. Las calles están bordeadas de edificios de piedra, algunos de ellos tallados directamente en las paredes de la caverna, otros construidos con una mezcla de piedra y madera.

Hay un mercado justo adelante, lleno de puestos donde los comerciantes regatean precios, vendiendo de todo, desde productos frescos hasta armas y artículos encantados. El aire está adornado con el aroma de especias, carnes cocinadas y el tenue olor terroso de la piedra húmeda.

Los niños corren por las calles, riendo y jugando con sus voces haciendo eco en el vasto espacio. Un grupo de ellos pasa corriendo junto a nosotros, pateando una pelota hecha de cuero firmemente tejido, mientras algunas madres con los brazos llenos de cestas de compras los llaman con una mezcla de exasperación y afecto.

—Este lugar... —murmura Ayame en un volumen apenas superior al de un susurro—. Es como una ciudad mediana...