Con el pago realizado, solo nos queda una parada más para el día, y la que más me emociona: visitar a un alquimista.
—Realmente no quiero que hagas esto, Diablo... —dice Ayame con claro nerviosismo en su tono.
—Fantasma tampoco está segura de que Maestro deba beber veneno... —gimotea Blossom mientras aprieta más su agarre alrededor de mi palma.
Dejo escapar una suave risa y agarro sus cinturas, atrayéndolas a mi abrazo y, para mi sorpresa, no encuentro absolutamente ninguna resistencia al hacerlo.
—Me llena de alegría ver que las dos personas más importantes en mi vida se preocupan tanto por mí, pero ya hemos pasado por esto antes. Su hombre es un terco que realmente quiere convertirse en un lanzador de hechizos.
Escucho un suave gruñido de «no eres 'mi hombre'» de mi adorable samurái, pero por supuesto, lo ignoro antes de continuar.