Hay algo hermoso en esta forma de vida simple y brutal. Si gano me lo llevo todo, si tú ganas, te llevas todo. No hay necesidad de complicaciones ni siquiera conversaciones, solo ir a toda velocidad.
Mátame o muere.
Uno de los soldados, un hombre robusto con una espesa barba, aprieta los dientes y avanza. Su espada apunta a mi sección media pero desvío su golpe con mi sable, sin embargo, en lugar de flaquear y sentir como si mi brazo estuviera a punto de romperse en mil pedazos como me sentía cuando bloqueaba los ataques de Ayame, me encuentro asombrado de lo suavemente que contrarresto sus movimientos. Cada parada, cada respuesta, se siente casi sin esfuerzo.
Cuando había luchado con Ayame, su abrumadora fuerza y técnica superior me hicieron sentir totalmente inadecuado, pero ahora, contra estos soldados debilitados, me doy cuenta de cuánto he mejorado con una sola sesión de entrenamiento con ella.