—¿Estamos seguros de que queremos llevar a Lucille con nosotros? —cuestionó Ayame, mirando con ironía a la mujer que estaba ocupada charlando con Aurora. Que nuestra tanque fuera nuestro miembro de menor nivel la inquietaba. Ciertamente no era lo ideal.
—Yo también quería que se quedara, pero cuando me hizo el mejor trabajo oral de mi vida simplemente no pude decir que no.
...
Como mi pequeña samurái me miraba como si fuera escoria humana, me apresuré a aclarar mi broma:
—Lucille me suplicó, diciendo que si se quedaba atrás, la brecha entre nosotros se ampliaría aún más. A mí tampoco me gusta, pero tenía razón. O tendremos que hacer que suba de nivel rápidamente, o nunca será relevante.
—Ya veo... Así que estás diciendo que lo que hizo con su boca mientras estaba arrodillada entre tus piernas no tuvo nada que ver con que esté aquí.
—... —Ahora era mi turno de permanecer en silencio.