—¿Qué demonios acaba de pasar? —preguntó Lucille desconcertada.
—Exactamente lo que parece. Los traicionamos a ellos y a la alianza —respondí secamente.
La mirada de Ambition se desvió hacia la caída Andrea y luego volvió a mí, claramente no contenta con mi decisión. Su agarre se apretó en su martillo, pero después de un breve y tenso silencio, asintió a regañadientes. Entiendo de dónde venía, después de todo, si traicioné a estas personas tan fácilmente, ¿qué me impide hacer lo mismo con ella?
Puede que me hayan obligado a aceptarlos en nuestras filas, pero aun así. Probablemente no me pintaba bajo una luz muy favorable.
—¿Quieres separarte? —pregunté—. Nadie va a lastimar a tu equipo ahora, pueden esconderse en algún lugar hasta que las cosas terminen.
Ambition negó con la cabeza después de unos segundos de reflexión.
—No, necesitamos permanecer juntos en caso de que los dos grupos gigantes no maten lo suficiente. Nos tocará a nosotros reducir los números a 100 entonces.