Sin embargo, la infancia de Iris estaba verdaderamente maldita, como lo evidenció el siguiente evento en su vida cuando Gilbert se acercó a su celda con una bandeja de comida caliente y una sonrisa jovial plasmada en sus malvadas facciones.
—Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti... —comenzó a cantar alegremente mientras hacía algunos pasos de baile—. Feliz decimotercer cumpleaños, hija mía. ¡Ya eres una adolescente! Celebremos esta ocasión saltándonos las lecciones de hoy —declaró Gilbert mientras colocaba un plato en su celda.
En lugar de un pastel, estaba lleno de carne y arroz. Trajo una silla para colocarla frente a su celda y se dejó caer en ella, luego comenzó a comer felizmente del segundo plato que estaba lleno de la misma comida.
Iris no sabía cómo interpretar este extraño suceso. Hasta ahora, nunca había recibido comidas calientes de este horrible hombre.