Discurso del Señor Supremo

No fue bondad, política, suerte o cualquier otro fenómeno igualmente complejo lo que había traído a este hombre aquí. Fue simplemente poder puro y crudo. Era más fuerte que cualquiera en este lugar, así que tomó el control. Tan simple como eso.

Con cada paso que daba hacia los cielos, el aire parecía volverse más pesado mientras el peso opresivo de su presencia descendía sobre la multitud de abajo. Cuando alcanzó una altura donde todos podían verlo claramente, se detuvo y se irguió contra el vasto cielo azul. Separó sus brazos hacia los lados, llevando consigo el sable y la cadena.