Y así sin más, llegó el momento de enfrentarnos a las Garras Espectrales que usaron el tiempo que tan generosamente les regalamos para organizarse mucho mejor.
—¡Espera! ¡Hablemos esto como caballeros! ¡No quiero tener que reconstruir mi hogar, ¿sabes cuánto gasté en este lugar?! —Una voz repentina me interrumpió justo antes de que pudiera realmente entrar en el estado de ánimo de asesinar a docenas de mis enemigos.
—¿Diez de oro? —lancé mi suposición aleatoria. No quería comenzar a conversar con los enemigos ya que podrían usar el momentáneo respiro en la batalla para idear mejores contramedidas.