CAPÍTULO 29 Isabella

—Muy bien señoras. Suban a la camioneta, no tenemos todo el día. Las Lunas adelante —gritó mi madre mientras yo arrastraba los pies por el pavimento hacia su estúpida Jeep Wrangler roja.

—¿Por qué tengo que ir? ¿No puedo quedarme con Fanny y ayudar con la comida? —le supliqué a mi madre mientras me arrastraba hacia su jeep.

La falta de desayuno no estaba mejorando mi humor. Solo logré comer un puñado de tocino antes de salir del comedor. Los lobos necesitamos comida, no como un plato sino un buffet para mantener la cantidad de calorías que quemamos al transformarnos. Ahora mismo estoy funcionando con las reservas. Apenas quiero caminar y aquí está mi madre arrastrándome al centro comercial.

—¿Qué estás diciendo, Isabella? Te encanta ir al centro comercial y comprar. Te veo todo el tiempo mirando a las chicas probándose ropa. Esto es lo mismo. —Podía oír a Alaia riéndose, dándome una mirada cómplice y la fulminé con la mirada—. ¿Por qué se está riendo? ¿Qué sabe ella?