Zelda, Zira, Isabella y Luna Bella estaban sentadas en la sala mientras un silencio incómodo llenaba el aire. Isabella y Luna Bella evitaban el contacto visual mientras Zelda miraba a su hija, Zira, para que hiciera algo.
Zira miró a su madre y susurró sin voz:
—¿Qué?
—No sé, algo —respondió Zelda sin voz.
Zira se quedó allí tratando de pensar en algo que decir, pero nada se le ocurrió excepto una cosa.
—Bueno —comenzó Zira poniendo su mejor sonrisa—, han pasado muchas cosas en las últimas veinticuatro horas. Sobreviví a un ataque rebelde. Isaiah encontró a su pareja. La pareja de Isabella es una chica. Esto debería ser una celebración de todas las celebraciones, ¿verdad?
Zelda se dio una palmada en la frente mientras Luna Bella e Isabella miraban a Zira como si estuviera loca.
«Esto es lo que pasa cuando se lo dejas a tu hija», pensó Zelda.
«Sí, esa es mi mejor amiga. Arruinando las cosas. Su especialidad», pensó Isabella, deseando poder derretirse en el sofá.