Me desperté en una habitación oscura. Me pregunté si aún era de noche mientras miraba a mi alrededor. Me levanté de la cama y comencé a caminar hacia la oscuridad. No había nada a la vista. Empecé a entrar en pánico buscando cualquier señal de vida.
—¿Por qué siempre te encuentro perdida en algún lugar? —Una figura se materializa de la oscuridad y vi que era Isaiah. La luz brilla desde su cuerpo mientras camina hacia mí. Estaba tan feliz de no estar sola que inmediatamente corrí hacia él y le di un gran abrazo. Se sentía maravilloso poder abrazarlo de nuevo.
—Pensé que estaba sola —dije contra su camisa mientras él me acariciaba la espalda.
—Nunca estás sola. Siempre estaré ahí para ti, Zira.