—¿¡¿ESTÁS JODIDAMENTE BROMEANDO?!?!
Después de todo ese trabajo para traer al concejal aquí. De todas las cosas en este momento, ella va a tener un lobo blanco. ¡Un lobo blanco! Eso debería haber sido yo. Yo llevando a su primogénito. Yo llevando un lobo blanco. Si hubiera tenido algo que lanzar, lo habría hecho en ese momento. En su lugar, me puse de pie. No podía soportar estar en la misma habitación que ella. Necesitaba actuar rápidamente. No había manera de que ella saliera de esta. Toda esa manipulación no sería en vano y me niego a rendirme.
—Nuestro bebé es igual de precioso, Alaia.
—A quién le importa si está compitiendo contra un lobo blanco, Elena —le espeté, cortándola por completo.