Gemí mientras me cubría los ojos de las luces. Eran coloridas y por un momento pensé que estaba soñando. La cama en la que estaba acostado era áspera y no me estaba haciendo ningún favor. Entonces me di cuenta de que no estaba en una cama sino en un arbusto. Estaba afuera. Me senté lentamente, quitándome ramitas y hojas del pelo.
Mi visión estaba un poco borrosa por el terrible dolor de cabeza, pero al menos podía decir que seguía en mi manada. Miré las luces y me di cuenta de que eran las luces navideñas que puse allí el año pasado. Mirando la posición del sol en el horizonte, podía decir que era la tarde y pronto oscurecería.
Alguien intentó establecer un vínculo conmigo, pero lo ignoré. No estaba de humor para hablar o ver a nadie. Solo quería revolcarme en mi autocompasión a solas. Los pensamientos de ese día daban vueltas en mi cabeza mientras intentaba ponerme de pie. Desde sostener a mi padre moribundo en mis brazos hasta ser rechazado por alguien que amaba.