—Eso es todo —gruñó Nina y tomó el control.
Salió del auto y caminó frente al coche con los faros proyectando una sombra en el suelo. Los hombres lobo la rodearon, y estaba un poco molesta de que nadie la hubiera reconocido. Aunque, han sido renegados desde que cortaron lazos con la manada de los Caminantes Antiguos hace meses. Así que Zira podía entender la confusión.
Aun así, el hecho de que le gruñeran como si fuera una amenaza la enfureció. Nina gruñó en respuesta antes de que Zira le gritara que cooperara. Al ver que su gruñido no detuvo a todos los hombres lobo que avanzaban, Nina mantuvo su posición para señalar su cooperación. No eran Luna, pero sí tenían poder. Poder que sería fácilmente reconocido. Lo dejaron fluir por el aire como una corriente, observando cómo los hombres lobo percibían su aroma. Con suerte, esto funcionará.
—Funcionará —dijo Nina, justo cuando uno de los hombres lobo se acercó.